los discípulos eran sus propias necesidades. Jesús puso por un tiempo a un lado las propias, y así pudo ver y ocuparse de las de otros: la mujer samaritana y el pueblo que ella representaba. ¿Qué ocurre con nosotros? ¿Qué lugar ocupa en la lista de prioridades todo lo que tiene que ver con nuestro bienestar material: trabajo, familia, comida, etcétera? ¿Y qué lugar ocupan las necesidades espirituales de aquellos que nos rodean? ¿Estamos dispuestos, ocasionalmente, a renunciar o posponer lo que nos
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